Hace unos días, millones de personas se dieron cita en la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa, Portugal, para vivir una experiencia enriquecedora y sin fronteras, marcada por la multiculturalidad y un lenguaje común: la fe.
Multitudes se volcaron a las calles entre el 1 y 6 de agosto, para celebrar la fe y realizar distintas actividades programadas para la ocasión, como los encuentros de oración y diálogo con el Papa Francisco en el Santuario Nuestra Señora de Fátima.
Sin embargo, la compenetración, la amistad y alegría desbordada por los jóvenes se gestaron una semana antes, cuando los peregrinos arribaron a Portugal para vivir la semana misionera, instancia en la que las distintas delegaciones viven experiencias pastorales, espirituales y culturales y festivas.
La Delegación Santiago-Chile, junto a otros grupos, participó en la Diócesis de Leiria, localidad de Cruz de Areia, para realizar voluntariados sociales en hogares, de alimentación y de animaciones para niñas y niños.
Fueron múltiples actividades en las que los jóvenes convivieron y conocieron otras culturas muchas veces a pesar de la dificultad del idioma, con un solo lenguaje tal como lo explicó Brenda del equipo de servicio de la parroquia San Gerardo.
La joven dijo que para ella fue “una experiencia inexplicable e inolvidable, llena de emociones y aventuras”, no solo por la gran fiesta de fe sino también, por los lugares que pudieron visitar.
“A pesar de que hablamos distintos idiomas todos estamos movidos por la misma fe”, agregó.
Desde la misma parroquia, Saulo, manifestó que vivió momentos llenos de emociones y sentimientos. “Ha sido realmente un encuentro muy lindo” donde a pesar del desconocimiento “hablamos un idioma en común, que es el idioma de la fe”.
“Al final la JMJ es casi como una Pentecostés en vivo y en directo”, aseguró Saulo.
En tanto, Mikaela Olmos de la parroquia San Saturnino expresó que la JMJ fue para ella “una oportunidad única e inolvidable” en la que a pesar de que “somos de distintos países tenemos un centro que es Dios”.
“Claramente no voy a olvidar nunca y la mantendré siempre en mi corazón”, sostuvo Mikaela.
Así como ellos, los peregrinos atesoran en sus corazones cada momento vivido y sobre todo continúan su caminar en la fe con la misión de hacer eco las palabras del Papa Francisco de llevar la alegría misionera a todos los rincones de la tierra.