Este 20 de agosto recordamos con cariño y esperanza a nuestro querido Omar Salazar Rojas.
A un año de tu partida, compañeros, familiares y amigos oramos por tu eterno descanso junto al Padre y agradecemos el legado que dejaste en nuestras vidas y en la Vicaría Zona Centro.
Un poco de historia…
Conocimos a Omar en el 2000 cuando se desempeñaba como catequista. Tras 9 años de ese servicio voluntario, ingresó al Arzobispado para asumir la formación en catequesis de la Vicaría Zona Centro.
En 2014 asumió también la formación permanente de la Zona y por primera vez, la Escuela de Verano.
“Formamos personas alegres, comprometidas y apasionadas” fue lema que ideó luego de muchas evaluaciones y reuniones donde se diagnosticó la falta de alegría, problemas de compromiso y la falta de una pasión de ese encuentro íntimo con Jesucristo.
El lema que nos regaló habla mucho de Omar. Fue una persona intensa, de fuerte carácter, con un sentido del humor a toda prueba y sobre todo, una alegría que lo caracterizaba a donde quiera que fuera, logrando sacar risas y distendiendo ambientes cargados.
Nuestro querido hermano era una persona muy preocupada por los demás, sensible ante injusticias y las cosas que escapaban la comprensión normal de las relaciones entre hermanos y compañeros de trabajo.
Su vida, un fiel reflejo de superación de dolores y superación de desafíos que a otros habría aplastado, lo hacían una persona intensa y profundamente humana.
Tuvimos, alguna vez, desencuentros y opiniones diversas, pero nunca se vio comprometido el cariño, lo que lo volvía una persona entrañable y transformadora de tantos que pudieron compartir con él.
A veces, se le escuchaba decir “hagamos tres tiendas”, en alusión al diálogo que tuvo San Pedro con Jesús durante la transfiguración; como una forma de alertar sobre la tentación de acomodarnos cuando vivíamos experiencias gozosas. En el fondo, nos recordaba que había que volver sin perder el cariño y sentido de gratitud por lo que habíamos vivido. Ese “hacer tres tiendas” era uno de los dichos que nos traía de regreso a la realidad y nos confortaba con la risa de lo que se había experimentado como algo bueno.
Tantas anécdotas y conversaciones y cómo olvidar su ojo fotográfico en cada ocasión que comunicar… Ese es Omar y no nos cabe duda que desde el cielo, nuestro hermano está haciendo reír a más de alguien.
Agradecemos su vida y su gran vocación de servicio y que sigas gozando de la paz de Cristo, tu Señor a quien te diste por entero, junto a su Madre, la Virgen a quien tanto amabas y hacías oración cada día ante su advocación de Nuestra Señora de Guadalupe.